La masturbación, práctica sexual común y extendida en
todo el mundo pasó por distintas etapas: primero fue considerada un tema médico
y moral importante, culpando al “vicio solitario” de producir daños
físicos, mutilaciones e incluso la muerte. En un segundo momento se la definió
como una etapa del desarrollo humano y luego en un elemento clave en la lucha
por la liberación sexual y personal .
Durante siglos, la masturbación ha sido condenada por
considerarse tanto pecaminosa como perjudicial. Ya desde la raíz latina de la
palabra, “manus stuprare”,(cometer estupro contra uno mismo, utilizando
las manos) notamos la connotación vergonzosa que conlleva el término.
En la Biblia, aparece un personaje llamado Onán, cuyo
nombre es el origen del término sexual onanismo. La historia cuenta que después
que su hermano mayor falleciera, Onán debía casarse con su viuda Tamar, tal y
como dictaba la ley judía. Cada vez que tenía una relación sexual con su
cuñada, eyaculaba sobre la tierra. Como respuesta a este acto, Dios mató a
Onán. La interpretación judía consiste en que Onán derramó su semilla (semen) y
por tal motivo fue condenado a muerte. Ese pasaje es citado como una razón para
prohibir tanto la masturbación como el coito interruptus, ya que el principal
pecado en ello sería el desperdicio o derramamiento de semen.
A principios del siglo XVIII, un anónimo monje inglés,
escribe un breve tratado, “Onania o el atroz pecado de la autopolución……”.
Mientras que anteriormente, se aconsejaba no practicar la masturbación por
motivos morales y religiosos, Onania aconsejaba no practicarla por motivos de
salud, afirmando que era prácticamente la principal causa de todas las
enfermedades físicas.
Se seguía la vieja teoría del agotamiento del semen,
que emplearlo sin necesidad llevaba a un estado de debilidad, a la anemia y la
propensión de contraer enfermedades.
No era tan ingenuo. Traía consigo el interés en vender
un medicamento destinado a remediar los supuestos efectos perjudiciales de la
práctica de la masturbación.
En el año 1758 un médico francés, Tissot, declaraba
que toda actividad sexual era peligrosa para el cuerpo, porque agotaba los
nervios y esto podía producir locura.
Tissot consideraba a la masturbación como la más
mortífera de las prácticas sexuales. Quién se masturbara tenía que padecer
dolencias terrenales como agotamiento, melancolía, ataques, ceguera,
impotencia, imbecilidad y parálisis. Llegó a sostener que al daño físico y
psíquico sobrevenía un daño moral con el castigo divino consiguiente.
¿Cómo se llegó a pensar en la relación entre la
masturbación y la locura? Desde principios del siglo XVI en adelante, una serie
de estallidos virulentos de sífilis empezaron a extenderse entre la población
europea, provocando muchas muertes. No existía ninguna teoría sobre el modo en
que se contagiaban las enfermedades venéreas, solo se observaba que la
contraían los que eran más activos sexualmente. A esto se añade que los
internados en los manicomios jugaban con los genitales más de lo normal, de ahí
sale la errónea conclusión que la excitación frecuente de los genitales, ya sea
mediante el acto sexual o el llamado vicio solitario, fuera la causa de la
debilidad física y mental.
En el transcurso de la segunda mitad del siglo XIX,
muchos médicos no vacilaron en utilizar las más drásticas medidas destinadas a
combatir la “enfermedad” de la masturbación. Se inventaron dispositivos de
restricción física, jaulas y bragueros que rodeaban la zona genital, impidiendo
que el paciente la tocara. Clavos de hierro destinados a castigar al miembro en
caso de que se atreviera a erguirse.
Algunos médicos llevaban a cabo operaciones
quirúrgicas donde se extirpaba el clítoris o se hacía una circuncisión. También
se realizaban cauterizaciones de la espina dorsal y los órganos genitales, así
quedaban insensibles a los estímulos sexuales.
Para la mitología popular, la masturbación causaba
pecas en la cara, pelos en las palmas de las manos, acné, descalcificación
ósea, crecimiento de verrugas, secado de testículos, caída del clítoris, reblandecimiento
del cerebro.
Un médico estadounidense del siglo XIX, JOHN HARVEY
KELLOGG, indica a los padres como descubrir si sus hijos se masturbaban. El
método era llamado como el de los “39 síntomas”. Entre ellos estaban: síntomas
de agotamiento, cambios de humor, insomnio, timidez, amor por la soledad,
calvicie prematura, rigidez en las articulaciones, paso torpe, dormir en mala
posición, asco por la comida sencilla, uso de tabaco, acné, morderse las uñas,
palidez no natural, uso de palabras obscenas…… Y si no tenía alguno de estos
síntomas, era porque había aprendido a
disimular su vicio. Nadie quedaba fuera de ella. Los remedios eran circuncisión
inmediata sin anestesia y aplicación de ácido carbónico puro en el clítoris.
En 1865 se publicó un libro donde se detallaban casos
en que las mujeres había sido curadas de los males de la masturbación gracias a
la clitoridectomía. Se sospechaba que el clítoris era responsable de la
histeria, la epilepsia y otras formas de locura.
Hacia el año 1900 se empezaron a escuchar voces de
cordura dentro de la profesión médica y comienzan a discutir que tal vez la
conexión entre la masturbación y los trastornos mentales no se debiera a la
masturbación sino a alguna reacción emocional del individuo. Comienza a
cuestionarse la calificación de LOCURA MASTURBATORIA de Krafft –Ebbing.
Entre los años 1911 y 1912, la Sociedad Psicoanalítica
de Viena realiza un “Simposio sobre Onanismo” donde Sigmund FREUD habla del RETORNO TERAPEUTICO DEL ONANISMO.
Freud subrayó el carácter sexual de todos los aspectos del comportamiento y de
la experiencia humana. La masturbación se volvió una etapa del desarrollo.
Todos los niños son naturalmente autoeróticos y no
puede considerarse una desviación patológica de cualquier norma humana. El
autoerotismo es inevitable como parte del proceso de maduración humana, sexual
y psicológica.
En su “Tres ensayos para una teoría sexual”, hablaba
de la actividad autoerótica de niñas y niños concentrada en la estimulación del
pene y del clítoris, este último teniendo las mismas características de
excitabilidad que el miembro masculino.
En esa misma época, WILHELM REICH descubrió que
algunos pacientes estaban tan sexualmente inhibidos que apenas podían tolerar
las sensaciones eróticas. Cuando estos pacientes informaban que habían
conseguido masturbarse con placer, Reich consideraba que había dado un
importante paso en la terapia. “Si un paciente logra su primer orgasmo, por lo
menos masturbatoriamente, es un logro en camino hacia la mejoría”. Así se empieza a allanar el camino para las
TERAPIAS SEXUALES.
Ahora….. Por qué la masturbación desapareció como
causa de serias enfermedades hacia el final del siglo XIX y comienzos del siglo
XX?
En 1861, el químico Luis Pasteur desarrolló la teoría
microbiana que planteaba que las enfermedades no se contraían por exceso de
actividad sexual sino por la transmisión de microbios presentes en los fluidos.
Hacia 1900 había quedado claro que la tuberculosis,
una de las principales enfermedades atribuidas al onanismo, y las enfermedades
graves en general, eran causadas por bacterias o lesiones orgánicas, no por la
masturbación. En 1905 se identificaron los microbios que transmitían la
gonorrea, el chancro blando y la sífilis. Luego, con el descubrimiento de la
penicilina, 50 años más tarde, pudieron curarse.
En 1953 aparecen los INFORMES KINSEY: que fueron la mayor revolución de la
percepción de la sexualidad. Se realizó entrevistando a más de 20000 hombres y
mujeres, con un sistema de completa confidencialidad.
Ayudó a desterrar mitos y evidenció que conductas que
hasta entonces la mayoría consideraba marginales o incluso inmorales, eran
practicadas por un porcentaje alto de la población.
Los datos que aportaron permitieron confirmar la
normalidad de la masturbación desde un punto de vista estadístico. Y a la luz de esos resultados, la masturbación
no podía considerarse un comportamiento desviado o insólito.
Con la llegada de la píldora anticonceptiva, las
mujeres comenzaron a disfrutar de una libertad sin precedentes. Mucho más
control sobre su propia fertilidad y capacidad para evitar el embarazo no
deseado.
A partir de ahí, en la década del 60 comienzan a
aparecer materiales escritos por feministas, donde se anima a las mujeres a
apreciar la belleza de sus órganos genitales, a sentirse a gusto con sus
necesidades y sensaciones sexuales y a sentirse libres de masturbarse como
medio de explorar y de gozar de sus cuerpos.
AUTOEROTISMO
Se entiende la masturbación como una parte integral de
la maduración de las capacidades sexuales y emocionales del hombre. Es el
contacto más intimo que un individuo puede establecer con su propia persona.
La cuestión de si la masturbación es buena o mala depende
primordialmente de si una persona la utiliza o no para desarrollar su capacidad
de amor sexual.
La experiencia masturbatoria tiene dos componentes:
ORGASMO Y FANTASIA.
Aprender a alcanzar orgasmos masturbatorios
placenteros podría ayudar a las personas a experimentar mayor placer y alivio a
través de los orgasmos alcanzados en el transcurso de los actos sexuales.
El conocimiento que se adquiere a través de la
exploración masturbatoria puede ser útil con vista a la búsqueda de la
satisfacción sexual con otras personas.
Mientras se masturban , las personas pueden combinar
las mágicas satisfacciones de la fantasía con la agradable estimulación física.
Las fantasías sexuales a los individuos a alcanzar, aumentar y mantener la
excitación sexual tanto durante la masturbación como en la relación sexual.
La fantasía provoca una reacción sexual y la
culminación sexual refuerza la ulterior utilización de la fantasía.
La autoestimulación infantil permite al niño explorar
su propio cuerpo y se crea unas sensaciones corporales para si mismo
agradables. Los padres, al aceptar la masturbación, le muestran al hijo que las
sensaciones eróticas que experimenta son también consideradas buenas por ellos.
Percibiendo las reacciónes de los demás, un niño aprende qué es lo que se
considera bueno o malo y que se espera socialmente de él.
Es importante que el niño sea libre de explorar y
estimular su propio cuerpo, sin sentimiento de culpabilidad y sin inhibiciones.
El niño debe saber que es libre de satisfacerse en privado siempre que lo
desee.
Si un chico se estimula sus genitales, es parte de su
desarrollo psicosexual, pero si lo hace en público, en la escuela o de una
manera irrefrenable, no es que tenga un problema causado por la masturbación
sino que se masturba como consecuencia de una dificultad a la que no encuentra
solución.
La masturbación en si misma no es positiva o negativa.
Depende de las experiencias y de las finalidades que se proponga la persona que
recurra a ella (estado de angustia,
estados obsesivos compulsivos, como aquellas que se hacen sin placer
como parte de un ritual frente a una situación tensionante. ) . Lo ideal es que
el autoerotismo ayude a desarrollar las posibilidades del amor sexual adulto.
CONCLUSIÓN
Tres momentos históricos a través de los cuales hemos
recorrido el concepto de masturbación….. desde “Onania” hasta las modernas
terapias sexológicas…. Masturbación enlazada a la patología corporal hasta el
retorno terapéutico del onanismo…. Desde la medicina como guía moral hasta la
masturbación como etapa del desarrollo.
El individuo nace inmerso en un medio cultural del que
no podrá escapar y esa cultura determina el molde a través del cual van a ser
interpretados los hechos. Nacer antes o después del descubrimiento de la teoría
bacteriana, que reemplazó las causas sociales y culturales de la enfermedad,
cambiaba la óptica desde la cual iba a ser juzgada la actividad autoerótica.
¿Cómo es que el niño puede conocer su cuerpo, cuando
se ve liberado de los pañales, si no es tocando, acariciando, estirando? La
actitud de los padres puede ayudar o no en este desarrollo. La única manera de
conocer nuestra propia capacidad y nuestras sensaciones es mediante la
autoexploración.
Este necesario autoconocimiento corporal, que subyace
en las terapias sexuales, a través del uso de la AUTOFOCALIZACIÓN (concentrarse
en la percepción táctil de su propio cuerpo)
y la FOCALIZACIÓN SENSORIAL (la pareja abandona el acto sexual durante
un tiempo y limita su actividad erótica a tocarse y acariciarse suavemente el
cuerpo), además de la utilización y entrenamiento con fantasías eróticas.
La posibilidad de desarrollar a pleno nuestra
sexualidad, depende de nosotros, de cómo exploremos nuestro cuerpo y nuestra
sensibilidad.
LIC. MARIA ESTER ANTELO