www.erotica-mente.com.ar

jueves, 1 de septiembre de 2016

THREE - Repensando conceptos: Monogamia o poliamor?



  "...El corazón, a cada llamada de la vida,
debe estar presto a la despedida y recomienzo,
para entregarse con valor, sin luto,
a otras nuevas ligazones.
Cada comenzar está lleno de un encanto
que nos protege y nos ayuda a vivir.
Hemos de atravesar alegres espacio tras espacio,
no depender de hogar alguno,
el espíritu del mundo no quiere atarnos ni angostarnos,
quiere levantarnos peldaño tras peldaño, ampliarnos.
Apenas nos aclimatamos a un círculo de vida,
y nos acostumbramos confiadamente,
cuando ya amenaza el adormecimiento,
solamente el que está preparado al rompimiento y al viaje
puede escapar del paralizador acostumbrarse.
Quizá todavía la hora de la muerte
nos envíe espacios nuevos,
nunca tendrá fin en nosotros la llamada de la vida…
¡Bien, pues, corazón, despiértate y sana!" (Hermann Hesse)





Hanna y Simón, ambos de aproximadamente 40 años de edad,  son una pareja  sin hijos que viven en Berlín. Sin saberlo, ambos conocen a Adam, y se enamoran de él. Cuando ella  queda embarazada, la pregunta es obvia: ¿quién es el padre?  La película no se reduce al típico triángulo amoroso establecido allí, sino que abre muchas líneas de análisis. Mediana edad, sexualidad, identidad, monogamia, poliamor, paternidad.
Uno podría comenzar pensando que este film  intenta hablar  sobre los deseos, los anhelos, y las contradicciones de tres sujetos de mediana edad.
Simón se enfrenta a la muerte de su madre y al mismo tiempo, a la conciencia de su propia finitud, con la revisión que ello conlleva: sexualidad, paternidad, identidad.  Y el torbellino de emociones que trae implícito conocer su fertilidad,  descubrir que es padre, en el momento en que es intervenido de un cáncer de testículo.
Hanna, una mujer que transitando la mediana edad, experimenta cambios en su deseo, vivencia situaciones que rápidamente se trasladan e impactan en la dinámica de pareja. El recorrido por las distintas vicisitudes de su vida: abortos, sufrimientos,  vida sexual, discusiones, desencuentros y… ¿el deseo de tener hijos? Por momentos pareciera preguntarse: ¿qué me pasa? Qué me está sucediendo? Pero la rueda ya se echó a andar. Se empieza a re-crear un proyecto de vida más acorde a este momento vital.
Adam, para quién la “bisexualidad” parece ser vivida sin ninguna contrariedad;  toma con naturalidad su capacidad para tener relaciones tanto con un hombre como con una mujer. No es un detalle menor en esta trama que Adam se dedique a la fertilización in vitro. Y es quién, mediante sus frases, introduce la posibilidad de correrse de las etiquetas  que ofrece la biología.


La mediana edad es una respuesta psíquica a la percepción inconsciente del proceso de envejecimiento del propio cuerpo. Implica descubrir la finitud de nuestra vida. Es esa etapa donde se compara habitualmente lo que se logró con lo que se había proyectado, etapa en la que se pone en jaque el ideal del yo; es una buena oportunidad para evaluar la posibilidad de firmar contrato con uno mismo, firmar una nueva vuelta al personal  plan de vida, resignificar.
Se revisan errores pasados, los compromisos presentes y los objetivos futuros. Y se está perplejo ante esta necesidad nueva y urgente de cuestionar todo lo que antes se había aceptado como válido. Por todo esto, es lógico que también se plantee un balance general respecto de la relación de pareja.
Hay momentos en la historia de cada pareja en que es necesario RE CONTRATAR el vínculo, agregando muchas veces el contrato con uno mismo, que en la mediana edad es común volver a firmar.
Período con replanteos vitales que gestan la oportunidad de un nuevo crecimiento personal. Se descubre que el tiempo es limitado. El torschluss panik del que hablaba Freud, el pánico ante el cerrarse de puertas.
En palabras de Dieckmann..... La mediana edad es la "época de discutir y ponerse de acuerdo con las propias sombras personales y colectivas".
Sombras colectivas…  Pensaba en una pregunta que nunca tuvo respuesta en la monogámica sociedad occidental: ¿es posible  amar a dos personas con la misma intensidad, en forma simultánea?
Uno de los supuestos más aceptados en nuestra sociedad es que la pareja monógama es la única estructura válida de la relación sexual humana. Pero el argumento de que el ser humano está predestinado a la monogamia se hace difícil de sostener.
¿Es natural la monogamia? Ya se preguntaba años atrás Helen Fisher.
¿Que se querría decir con el calificativo de “natural”? que es propio de la naturaleza humana. Por ende, transformarlo  sería caer en el caos, el desorden, o el pecado.  Claramente, entonces, el concepto de familia monogámica es una construcción social.
“El hombre parece haber creado socialmente la monogamia para mantener el poder y la dominación sobre su pertenencia y quedó atrapado en esta modalidad de relación que en muchos casos le genera insatisfacción e ideales imposibles de cumplir” (J.M.Camacho)
El concepto de paternidad encajó a la perfección con el concepto de propiedad privada. La mujer era más valorada si podía garantizar su virginidad, y así tener la seguridad de que los hijos eran del marido y ser los indicados para heredar las tierras y animales del padre. La fidelidad femenina siempre fue una obsesión: es preciso proteger la herencia y garantizar la legitimidad de los hijos.
El sistema patriarcal se dirigió siempre a esclavizar a las mujeres…. Antes de la Revolución Francesa, las hijas ni siquiera tenían derecho a la herencia.
En el Génesis, Dios le dijo a la mujer:” Multiplicaré los trabajos de tus preñeces. Parirás con dolor los hijos y buscaras con ardor a tu marido, que te dominará”  (Gen 3:16)



El concepto de familia monogámica, no deja de atravesarnos como ideal social. Aunque esta construcción surge precisamente para regular las cuestiones de la herencia. Es la matriz a través de la cual pensamos el mundo.
“La monogamia es la forma celular de la sociedad civilizada, en la cual podemos estudiar la naturaleza de las contradicciones y de los antagonismos que alcanzan su pleno desarrollo en esta sociedad” (Federico Engels). La familia monogámica se origina inducida por un orden socioeconómico.
El mito del amor romántico viene a reforzar este concepto. Los seres humanos buscaríamos nuestra otra mitad, nuestra media naranja, para recuperar nuestra idealizada “completud”. Creencia de que nuestra pareja es la que teníamos predestinada.  Esto permite  pensar al concepto de familia monogámica no en términos de dominio, sino  en términos de amor.
Este  mito determina con claridad cuál es el papel que  hombres y mujeres desempeñan en el romance.  Amor romántico – amor para siempre. Hasta donde nos atravesó la ilusión. Ilusión de la garantía del amor.
Como se ha demostrado, el matrimonio monogámico no da ninguna garantía de que no se vaya a amar a nadie más por el resto de la vida. Pero como está tan arraigada la monogamia, nos permitimos ser  monógamos emocionales, y así se  instaura una monogamia secuencial: solo nos enamoramos apasionadamente de una persona a la vez.
Se omite pensar que todos nos vemos afectados por estímulos sexuales nuevos que vienen de otras personas que no son nuestra pareja fija. Esos estímulos existen y no se los pueden eliminar. Pero la ideología monogámica induce a su represión. “cuando se ama sólo se siente deseo por la persona amada”. Difícil de sostener: es natural sentir deseos por otros. Se puede controlar ese impulso, pero es imposible impedir su existencia.
La fidelidad no es ausencia de deseo, sino autocontrol. El problema no es que estos deseos aparezcan, sino lo que uno haga con ellos. La fidelidad sexual  también es una construcción social.
Los practicantes del poliamor no sólo se limitan a intercambios sexuales con personas fuera de la pareja, sino que también creen posible estar enamorado de más de una persona a la vez. Rechazan la monogamia como principio o necesidad. Pero no se trata de buscar obsesivamente nuevas relaciones sino vivir teniendo esa libertad en mente.
Los poliamorosos perciben al amor como un enriquecimiento de la vida de su pareja, más que una amenaza para su vínculo. Por esta razón, muchos de ellos ven la visión posesiva de las relaciones como algo que se debe evitar.
No hay ninguna cultura que no defina normas sobre la sexualidad. Por eso en nuestro ámbito social está mal visto comportamientos  calificados como bisexuales; lo indefinido hay que encasillarlo. En la trama de la película Simón descubre que también puede excitarse sexualmente con un hombre y siente que le nace un sentimiento que no conocía. ¿Se permitió abrirse a otra posibilidad de disfrute o es algo que mantuvo oculto? Pensar la sexualidad como un tránsito ya nos coloca en otro lugar para entenderlo.
Como dirían  Deleuze y Guatari, la lógica de la vida no es una lógica del ser, sino del devenir. Así como Kinsey consideraba que la homosexualidad y la heterosexualidad exclusivas representaban los extremos del  amplio espectro de la sexualidad humana. Margareth Mead en 1975 afirmaba: “debemos reconocer la bisexualidad como una forma normal del comportamiento humano”
Socialmente hablando, la expresión de la sexualidad no puede dejarse librada sin normas. Pensemos que en este viejo modelo monogámico,  la unión sexual en la familia tiene que ser necesariamente heterosexual para poder garantizar la reproducción.
Posibilidad de construcción de un nuevo concepto de familia. “Tres segundos bastan a un hombre para ser progenitor. Ser padres es algo muy distinto. En rigor solo hay padres adoptivos. Todo padre verdadero ha de adoptar a su hijo” (Francoise Dolto). Filiar a un hijo es darle pertenencia y lugar. Sin lugar a dudas mucho más que procrear.
¿Será que está próximo el día en que las personas elijan a sus parejas por las características de personalidad y no por ser hombres y mujeres?

LIC. MARÍA ESTER ANTELO

Lectura recomendada:

La cama Reb/velada (Regina Navarro Lins)
Mediana edad. Estudios psicoanalíticos (Fundación Travesía)




No hay comentarios.:

Publicar un comentario