"...El corazón, a
cada llamada de la vida,
debe estar presto a la
despedida y recomienzo,
para entregarse con
valor, sin luto,
a otras nuevas
ligazones.
Cada comenzar está
lleno de un encanto
que nos protege y nos
ayuda a vivir.
Hemos de atravesar
alegres espacio tras espacio,
no depender de hogar
alguno,
el espíritu del mundo
no quiere atarnos ni angostarnos,
quiere levantarnos
peldaño tras peldaño, ampliarnos.
Apenas nos aclimatamos
a un círculo de vida,
y nos acostumbramos
confiadamente,
cuando ya amenaza el
adormecimiento,
solamente el que está
preparado al rompimiento y al viaje
puede escapar del
paralizador acostumbrarse.
Quizá todavía la hora
de la muerte
nos envíe espacios
nuevos,
nunca tendrá fin en
nosotros la llamada de la vida…
¡Bien, pues, corazón,
despiértate y sana!" (Hermann Hesse)
Hanna y Simón, ambos de aproximadamente 40 años de edad, son una pareja sin hijos que viven en Berlín. Sin saberlo,
ambos conocen a Adam, y se enamoran de él. Cuando ella queda embarazada, la pregunta es obvia:
¿quién es el padre? La película no se
reduce al típico triángulo amoroso establecido allí, sino que abre muchas
líneas de análisis. Mediana edad, sexualidad, identidad, monogamia, poliamor,
paternidad.
Uno podría comenzar pensando que este film intenta hablar sobre los deseos, los anhelos, y las
contradicciones de tres sujetos de mediana edad.
Simón se enfrenta a la muerte de su madre y al mismo tiempo,
a la conciencia de su propia finitud, con la revisión que ello conlleva:
sexualidad, paternidad, identidad. Y el
torbellino de emociones que trae implícito conocer su fertilidad, descubrir que es padre, en el momento en que
es intervenido de un cáncer de testículo.
Hanna, una mujer que transitando la mediana edad, experimenta
cambios en su deseo, vivencia situaciones que rápidamente se trasladan e
impactan en la dinámica de pareja. El recorrido por las distintas vicisitudes
de su vida: abortos, sufrimientos, vida
sexual, discusiones, desencuentros y… ¿el deseo de tener hijos? Por momentos
pareciera preguntarse: ¿qué me pasa? Qué me está sucediendo? Pero la rueda ya
se echó a andar. Se empieza a re-crear un proyecto de vida más acorde a este
momento vital.
Adam, para quién la “bisexualidad” parece ser vivida sin
ninguna contrariedad; toma con
naturalidad su capacidad para tener relaciones tanto con un hombre como con una
mujer. No es un detalle menor en esta trama que Adam se dedique a la
fertilización in vitro. Y es quién, mediante sus frases, introduce la
posibilidad de correrse de las etiquetas
que ofrece la biología.
La mediana edad es una respuesta psíquica a la percepción
inconsciente del proceso de envejecimiento del propio cuerpo. Implica descubrir
la finitud de nuestra vida. Es esa etapa donde se compara habitualmente lo que
se logró con lo que se había proyectado, etapa en la que se pone en jaque el
ideal del yo; es una buena oportunidad para evaluar la posibilidad de firmar
contrato con uno mismo, firmar una nueva vuelta al personal plan de vida, resignificar.
Se revisan errores pasados, los compromisos presentes y los
objetivos futuros. Y se está perplejo ante esta necesidad nueva y urgente de
cuestionar todo lo que antes se había aceptado como válido. Por todo esto, es
lógico que también se plantee un balance general respecto de la relación de
pareja.
Hay momentos en la historia de cada pareja en que es
necesario RE CONTRATAR el vínculo, agregando muchas veces el contrato con uno
mismo, que en la mediana edad es común volver a firmar.
Período con replanteos vitales que gestan la oportunidad de
un nuevo crecimiento personal. Se descubre que el tiempo es limitado. El
torschluss panik del que hablaba Freud, el pánico ante el cerrarse de puertas.
En palabras de Dieckmann..... La mediana edad es la
"época de discutir y ponerse de acuerdo con las propias sombras personales
y colectivas".
Sombras colectivas… Pensaba en una pregunta que nunca tuvo
respuesta en la monogámica sociedad occidental: ¿es posible amar a dos personas con la misma intensidad,
en forma simultánea?
Uno de los supuestos más aceptados en nuestra sociedad es
que la pareja monógama es la única estructura válida de la relación sexual
humana. Pero el argumento de que el ser humano está predestinado a la monogamia
se hace difícil de sostener.
¿Es natural la monogamia? Ya se preguntaba años atrás Helen
Fisher.
¿Que se querría decir con el calificativo de “natural”? que
es propio de la naturaleza humana. Por ende, transformarlo sería caer en el caos, el desorden, o el
pecado. Claramente, entonces, el
concepto de familia monogámica es una construcción social.
“El hombre parece haber creado socialmente la monogamia para
mantener el poder y la dominación sobre su pertenencia y quedó atrapado en esta
modalidad de relación que en muchos casos le genera insatisfacción e ideales
imposibles de cumplir” (J.M.Camacho)
El concepto de paternidad encajó a la perfección con el
concepto de propiedad privada. La mujer era más valorada si podía garantizar su
virginidad, y así tener la seguridad de que los hijos eran del marido y ser los
indicados para heredar las tierras y animales del padre. La fidelidad femenina
siempre fue una obsesión: es preciso proteger la herencia y garantizar la
legitimidad de los hijos.
El sistema patriarcal se dirigió siempre a esclavizar a las
mujeres…. Antes de la Revolución Francesa, las hijas ni siquiera tenían derecho
a la herencia.
En el Génesis, Dios le dijo a la mujer:” Multiplicaré los
trabajos de tus preñeces. Parirás con dolor los hijos y buscaras con ardor a tu
marido, que te dominará” (Gen 3:16)
El concepto de familia monogámica, no deja de atravesarnos
como ideal social. Aunque esta construcción surge precisamente para regular las
cuestiones de la herencia. Es la matriz a través de la cual pensamos el mundo.
“La monogamia es la forma celular de la sociedad civilizada,
en la cual podemos estudiar la naturaleza de las contradicciones y de los
antagonismos que alcanzan su pleno desarrollo en esta sociedad” (Federico
Engels). La familia monogámica se origina inducida por un orden socioeconómico.
El mito del amor romántico viene a reforzar este concepto.
Los seres humanos buscaríamos nuestra otra mitad, nuestra media naranja, para
recuperar nuestra idealizada “completud”. Creencia de que nuestra pareja es la
que teníamos predestinada. Esto
permite pensar al concepto de familia
monogámica no en términos de dominio, sino
en términos de amor.
Este mito determina
con claridad cuál es el papel que hombres y mujeres desempeñan en el romance. Amor romántico – amor para siempre. Hasta
donde nos atravesó la ilusión. Ilusión de la garantía del amor.
Como se ha demostrado, el matrimonio monogámico no da
ninguna garantía de que no se vaya a amar a nadie más por el resto de la vida. Pero
como está tan arraigada la monogamia, nos permitimos ser monógamos emocionales, y así se instaura una monogamia secuencial: solo nos
enamoramos apasionadamente de una persona a la vez.
Se omite pensar que todos nos vemos afectados por estímulos
sexuales nuevos que vienen de otras personas que no son nuestra pareja fija.
Esos estímulos existen y no se los pueden eliminar. Pero la ideología
monogámica induce a su represión. “cuando se ama sólo se siente deseo por la
persona amada”. Difícil de sostener: es natural sentir deseos por otros. Se
puede controlar ese impulso, pero es imposible impedir su existencia.
La fidelidad no es ausencia de deseo, sino autocontrol. El
problema no es que estos deseos aparezcan, sino lo que uno haga con ellos. La
fidelidad sexual también es una
construcción social.
Los practicantes del poliamor no sólo se limitan a
intercambios sexuales con personas fuera de la pareja, sino que también creen
posible estar enamorado de más de una persona a la vez. Rechazan la monogamia
como principio o necesidad. Pero no se trata de buscar obsesivamente nuevas
relaciones sino vivir teniendo esa libertad en mente.
Los poliamorosos perciben al amor como un enriquecimiento de
la vida de su pareja, más que una amenaza para su vínculo. Por esta razón,
muchos de ellos ven la visión posesiva de las relaciones como algo que se debe
evitar.
No hay ninguna cultura que no defina normas sobre la
sexualidad. Por eso en nuestro ámbito social está mal visto comportamientos calificados como bisexuales; lo indefinido hay
que encasillarlo. En la trama de la película Simón descubre que también puede
excitarse sexualmente con un hombre y siente que le nace un sentimiento que no
conocía. ¿Se permitió abrirse a otra posibilidad de disfrute o es algo que mantuvo
oculto? Pensar la sexualidad como un tránsito ya nos coloca en otro lugar para
entenderlo.
Como dirían Deleuze y
Guatari, la lógica de la vida no es una lógica del ser, sino del devenir. Así
como Kinsey consideraba que la homosexualidad y la heterosexualidad exclusivas
representaban los extremos del amplio
espectro de la sexualidad humana. Margareth Mead en 1975 afirmaba: “debemos
reconocer la bisexualidad como una forma normal del comportamiento humano”
Socialmente hablando, la expresión de la sexualidad no puede
dejarse librada sin normas. Pensemos que en este viejo modelo monogámico, la unión sexual en la familia tiene que ser
necesariamente heterosexual para poder garantizar la reproducción.
Posibilidad de construcción de un nuevo concepto de familia.
“Tres segundos bastan a un hombre para ser progenitor. Ser padres es algo muy
distinto. En rigor solo hay padres adoptivos. Todo padre verdadero ha de
adoptar a su hijo” (Francoise Dolto). Filiar a un hijo es darle pertenencia y
lugar. Sin lugar a dudas mucho más que procrear.
¿Será que está próximo el día en que las personas elijan a
sus parejas por las características de personalidad y no por ser hombres y
mujeres?
LIC. MARÍA ESTER ANTELO
Lectura recomendada:
La cama Reb/velada (Regina Navarro Lins)
Mediana edad. Estudios psicoanalíticos (Fundación Travesía)
Mediana edad. Estudios psicoanalíticos (Fundación Travesía)
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