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martes, 17 de septiembre de 2013

LOS PUENTES DE MADISON - SEXUALIDAD EN LA MEDIANA EDAD


Quién haya visto el film "Los Puentes de Madison", seguramente recuerda la escena donde Meryl Streep debe decidir entre su vida apacible en familia  y el nuevo amor, al que ve como la oportunidad que no quiere dejar pasar.

Pero Francesca no abre la puerta de la camioneta. Elige la historia consolidada y sin novedades, renunciando al intenso pero impredecible romance. Y ahí reside la magia de esta historia, que conserva este amor como eterno e inalterable... el hecho de que sea "el recuerdo de una pasión que el tiempo no tuvo la oportunidad de arruinar"

En la novela, después devenida película, se cuenta la historia de una mujer que en la Mediana Edad de su vida, se atreve a vivir una apasionada relación amorosa. Francesca, mujer casada con hijos, con una vida sin grandes sobresaltos y con una rutina que se había adueñado de sus deseos.

El objetivo de su vida era el buen funcionamiento del programa familiar, pero siempre postergando sus deseos más íntimos y personales. Su familia se convirtió en su único proyecto.

La atracción por Robert (Clint Eastwood) la sacaba de ese mundo tan rutinario, produce una conmoción en esta mujer que pareciera encontrarse por primera vez a si misma. Despertó en ella sentimientos silenciados y le permitió redefinirse en su propia feminidad. Era como despertar de un largo sueño, su vida pasó a ser un antes y un después de conocer a Robert Kincaid.

El recuerdo de esta historia "prohibida" funciona como el aire renovador que encuentra Francesca para continuar con su vida, y al mismo tiempo lo protege del "desgaste", manteniéndolo a salvo, como una vivencia de amor indestructible y perdurable.

Los diarios íntimos quedan como un documento literario, que le permite revelar a sus hijos después de su muerte, todo lo que ella había vivido y todo lo que se había negado a vivir. Un amor trunco que le cambió para siempre su postura ante la vida.

Los Puentes de Madison habla de las vivencias que acompañan a una persona que descubre en la Mediana Edad, una oportunidad.

Qué entendemos por transitar la Mediana Edad? Un período con replanteos vitales que gestan la oportunidad de un nuevo crecimiento personal. Se evalúa el pasado, pero al mismo tiempo, se está atento al futuro. Se descubre nuestro tiempo limitado y por lo tanto, puede ya no haber tiempo para concretar todo lo soñado y planeado en la juventud. Así aparece la necesidad de re-crear o crear un proyecto de vida más acorde a este momento vital.

Se pasa revista a los errores pasados, los compromisos presentes y los objetivos futuros. Y sorprende esta necesidad nueva de cuestionar todo lo que antes se había aceptado como válido.

Y en muchos casos, puede ser el momento de la vida donde los matrimonios sufren severas conmociones. La supervivencia de una pareja en esta etapa depende de una clave: la medida en que cada miembro sea capaz de dejar crecer al otro, sin sentirse amenazado.

Hombres y mujeres pueden sufrir cambios que se trasladen a la dinámica matrimonial.

Agregado a esto, se observa que a medida que las parejas se instalan en la comodidad que brinda el amor, dejan de avivar la llama del deseo. Se olvidan que el fuego necesita aire.

Esther Perel habla de la dinámica del "ancla y la ola": en una relación amorosa, todos necesitamos seguridad, echar raíces, pero también sentimos necesidad de innovación y cambio, sensación de riesgo y aventura.

Las aventuras amorosas son arriesgadas y peligrosas, esas son las características que alimentan la excitación sexual. El hecho de permanecer oculto hace que el hechizo se mantenga. Esta historia paralela entre Francesca y Robert despierta la pasión y el deseo, historia en la que no existe el desgaste de la rutina.

Las parejas esperan que el amor y el deseo sexual que lo acompaña sean recíprocos y duren toda la vida. Pero cuando la chispa se apaga con el afecto, ¿qué hacer?

Capaz que parte de la solución reside en entender que monogamia no es sinónimo de monotonía. Y trabajar activamente para cuidar el vínculo. El deseo no va de la mano del hábito y la repetición y la rutina suele ser un anti afrodisíaco muy eficaz.

El desafío sería (como dice Perel) buscar emoción en la misma relación en la que establecemos un vínculo de permanencia.

LIC. MARIA ESTER ANTELO
 
 
Recomiendo la lectura de :
 
Inteligencia Erótica (Esther Perel)
 
Mediana Edad - Estudios Psicoanalíticos (Fundación Travesía)
 
La cama reb/velada (Regina Navarro Lins)
 


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