LA
VENUS DE LAS PIELES
UN
RECORRIDO HISTÓRICO DE LOS CONCEPTOS SADISMO Y MASOQUISMO
“En la pasión del hombre reposa el poder de la mujer, y ésta sabrá
aprovecharse de su ventaja si aquel no se pone en guardia. Sólo queda escoger:
tirano o esclavo. Apenas se abandone, tendrá la cabeza bajo el yugo y sentirá
el látigo” (La Venus de las Pieles – Sacher Masoch)
Leopold von Sacher- Masoch
nace en el Imperio Austrohúngaro en 1835, más precisamente en la provincia de
Galitzia (actual territorio polaco). Profesor de Historia, además de doctor en
Derecho, decide seguir la carrera literaria para poder aumentar sus recursos
económicos.
Comenzó escribiendo novelas
históricas hasta que en 1870 publica su libro más famoso “La Venus de las
pieles” que junto con “La mujer divorciada”, provocan un gran escándalo para la
época. En ambas, describe sus aventuras con antiguas parejas. Su ambición era
producir una serie de 6 libros llamada “El legado de Caín”, sobre seis temas
fundamentales. El amor, la propiedad, el Estado, la guerra, el trabajo y la
muerte. La Venus de las pieles fue el dedicado al amor.
Al libro se le atribuye el
origen de casi toda la literatura de dominación: hay cuero, tacones, látigos,
infidelidades, torturas por celos, y por supuesto pieles, que la domina debe
llevar cuando se sienta especialmente cruel. Los dos protagonistas cierran su
relación con un contrato vinculante en el que se comprometen a ser dueña y
esclavo durante 6 meses.
Ya en la Antigüedad,
aparecen referencias a prácticas sadomasoquistas consensuadas, como las
referencias de flagelaciones en el culto a la diosa Artemisa (siglo IX a.C) o
en el famoso Kama Sutra, que describe relaciones de este tipo.
La Venus de las pieles es el
relato gracias al cual se dio nombre al masoquismo, término que vino a suplir
el de “algolagnia” (voluptuoso sufrimiento). Sacher Masoch vio en vida como su
apellido se ligaba a una perversión,
contra lo cual protesta inútilmente, porque no se reconoce en esa
descripción de perverso; toma tal fuerza este rótulo que se independiza del
autor de donde surge, hundiéndose prácticamente en el olvido. Al contrario de
lo que sucedió con Donatien-Alphonse-Francois
de Sade, que logró convertirse en un personaje entre controvertido y
decididamente más popular.
En Psicopatía Sexual, de
1886, Kraft Ebbing crea el término Masoquismo, para definir un comportamiento
perverso. También acuña el término Sadismo, basándose en la obra del marqués de
Sade.
Para Kraft Ebbing, toda manifestación sexual que no tuviera como
objetivo la reproducción era anormal, y el sado masoquismo caía en esta
descripción .
Kraft Ebbing crea la
Medicina de las Perversiones, partiendo del supuesto que las relaciones
sexuales “recreativas” eran una perversión. Así comienzan a estudiar los temas
sexuales a partir de las aberraciones.
Luego el Psicoanálisis toma
estos conceptos hablando del placer perverso, como un retorno o regresión,
mantenimiento o fijación de una práctica sexual infantil. Para Freud, en su
Conferencia XX, la sexualidad genital tendría un objeto reproductivo normal y
las conductas perversas constituirían una gama de conductas sexuales. La
paradoja: perversión como “borde” de una sexualidad normal y además, en
formación sexual de todos los seres humanos.
En Pulsiones y sus destinos,
el sadismo es concebido como primero, el componente agresivo del instinto de
autoconservación. El sadismo como primario, es una forma de descarga de
cantidades que tienen que ser evacuadas. El gran giro aparece en 1924, con “El
problema económico del masoquismo” donde plantea el masoquismo como primario,
anterior al sadismo, planteado en términos de la existencia de la pulsión de
muerte.
La Sexología no usa el
término perversión , pero si el de Parafilias. “Amor que se aparta de lo
esperado”. Las tres principales características son: la persona no elige su
conducta; el castigo no evita su repetición; y esa conducta no es controlable
mediante la voluntad.
Las parafilias son comportamientos.
Hay que diferenciarlas de las fantasías sexuales. Se trata de la presión a actuar
en función de ciertas fantasías eróticas.
La preocupación del
parafílico no es buscar placer, sino huir de un inmenso dolor psicológico. El
intento es el de transformar “la tragedia de la niñez en un triunfo sexual”.
El diagnóstico de parafilia
puede ser estigmatizante, porque mientras ambos miembros den su consentimiento
y conformidad, nadie debería entrometerse en la privacidad de los seres
humanos. Uno de los derechos sexuales; derecho a la vida privada que implica la
capacidad de tomar decisiones autónomas con respecto a su propia vida sexual.
El problema tanto de la
perversión como el de las parafilias sería el de la fijeza de la escena.
El hecho de que un ser humano solo pueda elegir a otro por una forma de goce,
lo limita en su elección intersubjetiva. Y la salud sexual pasa por su
flexibilidad y no por su rigidez.
A partir de los años 50
algunos veteranos de la 2° Guerra establecen la subcultura del cuero, vinculada
a una sexualidad no convencional, y tendiente a reivindicar la homosexualidad,
el fetichismo y el sadomasoquismo. Pensemos que ambos fueron pensados como
locos o criminales en potencia hasta 1994, año en que se excluye el sadismo y
el masoquismo del DSM IV. De esta forma, los agresores y asesinos sexuales son
categorizados en función de los trastornos antisociales que impulsan sus actos,
mientras que a los practicantes del sadomasoquismo se los describen como
“personas con una afectividad diferente”
En el año 1990 aparece la
sigla BDSM, formada por las iniciales de Bondage, Disciplina, Sadismo y
Masoquismo. Poniendo énfasis en que estas prácticas sean SSC, es decir: Safe,
Sane and Consensual (seguras , sensatas y consensuadas), formando una ética
particular, distinta del sexo vainilla como ellos lo llaman y diferenciando el campo del sadomasoquismo de
los malos tratos o la violencia de género.
El sadismo es un ejercicio
que tiene que ver con el goce de producir dolor sobre la base de recibir algún
tipo de satisfacción. Desde este lugar, la escena sadomasoquista no es
constituida por un sádico con su víctima, sino por dos parteneires. Como
diría Silvia Bleichmar, las condiciones para que el dolor produzca placer tiene
que estar vinculada al modo en que el otro está emplazado psíquicamente.
“Si alguien siente placer
porque se le inflige dolor, eso no quiere decir que esté necesariamente
implicada una humillación psíquica”
Lo fundamental está en poder
diferenciar sadismo de agresividad. La agresividad como del lado de la tensión
narcisista, del orden de enfrentamiento de voluntades en cambio el sadismo del
lado de la tendencia pulsional.
Lo ideal. No plantear una
patologización de un modo de elección de la vida sexual. No se trata de
patología, sino diferentes formas de organización de la vida erótica.
Lic María Ester Antelo
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